PC: Continuidad contra Puntualidad


Por Alberto Calvo.

Hace unas semanas hubo cierta controversia tras el anuncio de que Darrick Robertson dejaría de dibujar The Boys, serie que el artista co-creó junto a Garth Ennis. Al anuncio se le dio mucha importancia en sitios especializados, mayormente porque la declaración original de Robertson daba a entender que había surgido alguna diferencia entre él y Ennis ó Dynamite Entertainment, la empresa que publica actualmente la serie. Robertson se apresuró a disculparse por el malentendido, explicando que en realidad se trataba de una decisión tomada a fin de poder mantener sus otros compromisos profesionales sin afectar el esquema de publicación que Dynamite tiene programado para la serie. Aparentemente la molestia de Robertson cuando anunció que dejaba la serie era consigo mismo, por la falta de previsión y disciplina que le hubiesen permitido seguir ilustrando la serie.

Diría que me sorprende la determinación de Dynamite de optar por sacar -aunque sea temporalmente- del equipo creativo de la serie a uno de sus co-creadores y co-propietarios, pero en realidad no es así. La editorial es una subsidiaria de Dynamic Forces, una de las empresas con mayor responsabilidad en la creación y soporte de un mercado de especuladores y coleccionistas que poco bien le han hecho a la industria norteamericana del comic, y me queda claro que las metas de la empresa van encaminadas primero a una sustentabilidad comercial y después a cualquier otra cosa, por lo que no es de sorprender que la capacidad de tener el producto en exhibición y venta de manera constante con el menor intervalo de tiempo posible entre un número y otro resulte una prioridad por encima del mantener al equipo creativo de la serie.

Y no se trata tampoco de satanizar a DF o a Dynamite, pues a fin de cuentas manejan un negocio y es importante que éste sea rentable, pues si ese no fuera el caso tanto Dynamite como otras editoriales tendrían que cerrar sus puertas, desapareciendo opciones y limitando la oferta de trabajo para creativos, lo que posiblemente llevaría a una baja en los sueldos para ellos, y reduciendo además la variedad de títulos disponibles para el lector. Es decir, si las editoriales pierden, los creativos y los lectores también. Por otro lado, quiero suponer que como creadores y propietarios del material, Ennis y Robertson tienen un cierto grado de injerencia en la toma de esta clase de decisiones. Si ambos se sienten a gusto al compartir créditos con otros artistas, excelente, y si Robertson no considera prioritario este título, pues es su decisión.

Personalmente yo preferiría que el título mantuviese al equipo creativo habitual, contando las historias que quieran de acuerdo a su propia planeación y al ritmo que les permita hacer su trabajo de la mejor manera posible, y que cuando se diese algún cambio en escritor y/o dibujante, éste obedeciera a decisiones que no tuviesen que ver con el lado comercial de la industria, si no simplemente a concluir ciclos, decidir cambiar de aires o ya no tener nada más que contar sobre los personajes del título en cuestión. Los retrasos para completar cada número a tiempo pueden resolverse de diferentes maneras, desde cambiar la periodicidad de la publicación (a cada seis semanas o bimestral), hasta dividir la serie en una secuencia de miniseries, asegurando que historias completas se publiquen de manera regular y dando un descanso entre un arco argumental y el siguiente.

En ocasiones los retrasos se dan de manera imprevista, lo que puede llevar a los editores a tomar una de dos decisiones: llamar de emergencia a otros dibujantes para ayudar a completar cada número a tiempo -opción que no es muy de mi agrado, pues el resultado suele ser bastante irregular-, o publicar cada uno de los números según vayan siendo completados por el artista original. Supongo que el caso más famoso de esta segunda alternativa debe ser Planetary, y aún cuando resultó bastante incómodo y hasta cierto punto molesto tener que esperar tanto tiempo para que la serie fuera completada, no me imagino a ningún otro artista haciéndose cargo de completar la serie, pues desde un principio se entendió como una colaboración de Warren Ellis y John Cassaday y creo que no hubiese sido lo mismo si hubiese habido artistas de relleno o algún emergente.

El caso es que esta situación me llevó a meditar sobre algunas peculiaridades del mercado del comic y las múltiples dificultades que se presentarán a corto y mediano ante la perspectiva de un mercado decreciente aún a pesar de la diversificación temática que se ha visto en los últimos años y de la fuerte presencia mediática que los comics tienen actualmente gracias a las exitosas adaptaciones cinematográficas que se han realizado en tiempos recientes. El interés de Hollywood por propiedades surgidas del comic solo garantiza la supervivencia del medio como una fuente de material, un generador de franquicias que a nadie importará si produce material de calidad o no, siempre y cuando siga generando propiedades comercialmente explotables en otros medios o como licencias para merchandise.

En mi opinión muchos de los problemas de la industria derivan precisamente del esquema episódico en que tradicionalmente se han publicado los comics. Para el lector de comics la visita semanal a su tienda favorita se ha convertido prácticamente en un ritual que forma parte integra de la experiencia de leer o coleccionar historietas. Ese mercado cautivo se convierte en un arma de dos filos, pues ese grupo de lectores habituales, combinado con el mercado directo (las tiendas especializadas), pues a la vez que representa el principal outlet para las editoriales (además de ventas finales), es también un mercado limitado que resulta poco amigable para potenciales nuevos consumidores.

Lamentablemente sería muy difícil pensar en cambiar de la noche a la mañana la forma en que funcionan el mercado y la industria. Hace algún tiempo que yo dejé de leer mis comics semana a semana el día que los compraba, prefiriendo juntar varios números de cada título -historias completas siempre que es posible- para leerlos de corrido. Sería fantástico poder visitar una vez al mes la tienda de comics y encontrarse con una selección de novelas gráficas nuevas en vez de tener que acudir cada semana en busca de un nuevo episodio, pero se trata de una esperanza irreal. En ocasiones he considerado la posibilidad de dejar de comprar algunos títulos mensuales y limitarme a esperar la aparición de las colecciones, pero ello implica el riesgo de que alguna serie no venda lo suficiente como para justificar la aparición de las colecciones.

En fin, creo que se trata de un tema que da para más, pero por lo pronto es hora de decir basta. ¿Ustedes prefieren el ritual semanal de ir en caza de los episodios correspondientes o también gustan de las historias completas?

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